…Necesitan estar activos y en movimiento y cuando están sentados en el banquillo solo se les puede pedir que se estén tranquilos e imponérselo a través de la autoridad que confiere el ser el entrenador y tener la potestad de sacarles, o no, a jugar cuando sea necesario.

Pero… ¿De verdad no se les puede pedir que hagan nada más? Es curioso que la mayoría de los entrenadores de fútbol base tenemos que llevar un equipo de entre 16 y 25 niños solos o, como mucho, con la ayuda de un delegado y nos quejamos de este punto cuando, precisamente durante los partidos, tenemos hasta cinco ayudantes que desaprovechamos.

Aquí van unas ideas de funciones que pueden realizar los chavales que están sentados en el banco para ayudar al equipo, estar entretenidos y concentrados en el partido y para trabajar la responsabilidad aun a cortas edades. La lista está pensada, esencialmente, para infantiles o cadetes, pero los alevines también pueden realizar un porcentaje alto de estas tareas.

Llevar el material: Es obvio y muchos equipos que he visto ya se han percatado de esta realidad. Los chicos toman conciencia de la importancia del material, de cuidarlo y de aportar beneficios y ayudas para los compañeros: agua, balones, botiquín, mantas, petos, pizarra, cuadernos…

Informe de eventos: Con un reloj, tomar el tiempo del partido y apuntar las jugadas más importantes que ocurren. Goles, faltas a favor/en contra, fueras de juego, sustituciones, saques de esquina, tarjetas… Y en niveles más elevados o con niños más mayores: pérdidas que generan contraataques, recuperaciones clave, presión sobre lado débil o fuerte, repliegues mal realizados… las posibilidades son infinitas. Además, de esta manera, estaremos enseñando a los chavales a reconocer esas situaciones y a comprender mejor el deporte.

Estadísticas de jugadas o jugadores. No sólo qué pasa, si no quién lo hace, en qué parte del campo, cómo… No hay que volverse loco con este tipo de tareas ni hacer una estadística completa como si estuvieran en la televisión, pero sí que se le puede pedir a un jugador que controle –a través de una lista previamente realizada por el entrenador- las estadísticas simples de uno o dos jugadores del equipo: Balones perdidos/recuperados, faltas, tiros a puerta, regates, goles…

Apuntar lo que el entrenador quiere recordar. En este punto hay que tener cuidado con no dejar en evidencia a algún niño que esté jugando. No es lo mismo pedir que anoten: “Perdida tras recuperación” para saber que es algo que está fallando y que quieres trabajar durante la próxima semana que “Antonio pierde todos los balones que toca”.

Dibujar el equipo contrario. Esta idea quizá sea más adecuada para alevines. Pero se les puede pedir que dibujen la alineación inicial del equipo contrario con el número de los jugadores colocados en cada posición, así como superponerla con el propio equipo. Es increíble cómo, a esas edades tan tempranas, son tan poco conscientes de lo que ocurre en el campo fuera de ellos –a veces no saben ni con qué formación está jugando el equipo propio-  y lo poco que nos damos cuenta los entrenadores sobre ello.

Apuntar las jugadas de saque de esquina o de falta que hace el equipo contrario. Para después estudiarlas o, incluso, utilizarlas.

Esta también para alevines o pequeños: pedir que se quede, cada uno de ellos, con una sola jugada que haya sido importante en el partido y que sean capaces de dibujarla en un papel.

Evaluar jugadores del equipo contrario. Lo mismo que llevar la estadística de los propios, se puede hacer con los contrarios. Siempre con respeto y cuidado.

 Además de todo esto, por supuesto, a mí me gusta comentar las jugadas que están ocurriendo –especialmente las buenas si las hacen jugadores del mismo equipo- con los compañeros que están en el banquillo. Es una manera fantástica de enseñarles y aprovechar el tiempo que están sin jugar.